Homilía Sexto domingo de Pascua
PARROQUIA DE SAN JOSÉ OBRERO
Pascua. Domingo 6. Pascua
del enfermo.
.
En medio de este tiempo de Pascua, tiempo de alegría a pesar de todo, la Iglesia dedica este
domingo a los enfermos.
. Pobres y ricos, poderosos y débiles,
ignorantes y sabios, todos estamos sujetos al riesgo de la enfermedad. Y si
bien es verdad que el progreso de la medicina ha vencido muchas enfermedades
aparecen otras nuevas.
. La pandemia que estamos padeciendo a
nivel mundial es un ejemplo de ello. La ciencia médica que ha progresado tanto
no ha encontrado todavía el remedio necesario para esta enfermedad y esto nos
desconcierta porque pensábamos que teníamos soluciones para todo.
. La enfermedad y los achaques de la
ancianidad ponen de relieve nuestra fragilidad pero, al mismo tiempo, nuestra
esperanza porque somos seres iluminados desde un más allá de lo humano.
¿Es posible transformar
estas situaciones de sufrimiento en oportunidades y tiempos de esperanza?
¿Cómo?
.
No se trata de resignarnos pasivamente, ni de prescindir de los esfuerzos y
consejos de la ciencia, ni de pensar en remedios milagrosos, sino de colocarnos
con objetividad frente a los achaques de la ancianidad y de la enfermedad.
. Se trata de buscar una respuesta
cristiana que concilie la esperanza, nacida de la resurrección de Jesús con la
experiencia de debilidad y sufrimiento. Sin quitar importancia a la dureza de
estas situaciones, la Palabra
de Dios nos ofrece pistas para transformar estas
situaciones en tiempos de gracia.
. Jesús no nos deja solos, permanece entre
nosotros y con nosotros por medio de su
Espíritu. Con su fuerza podrán los cristianos dar razón de su esperanza a quien
lo necesite. Con su servicio ayudarán a los enfermos y propagarán la alegría,
así serán testigos de que Jesús sigue presente con nosotros.
·
Cuando
Felipe predica a Cristo en Samaria hace lo mismo que hacía Jesús. Anuncia la
buena noticia y cura a los enfermos. El resultado fué que la ciudad se llenó de
alegría. Llenar nuestra ciudad de alegría por el anuncio del evangelio y
preocuparnos de los enfermos y mayores es un objetivo preferente para los
cristianos de hoy.
. Hechos Ap. 8, 5-8. 14-17
·
El
cristiano será capaz de dar razones de su esperanza aún en los momentos de
padecimiento y persecución. La enfermedad y la ancianidad son llamadas a
mantenernos rotos por fuera pero enteros por dentro. La razón es que Jesús nos acompaña en toda circunstancia.
. 1ª Pedro 3, 15-18
·
La
soledad se transforma en compañía y la debilidad en fuerza por el Espíritu que
Jesús nos envía. Nuestra historia personal y colectiva no es solo una historia
de fragilidad, de orfandad y desamparo
sino también de acompañamiento sostenida por la presencia viva del
Resucitado. La historia, nuestra historia, tiene dentro el dinamismo de Dios.
. Juan 14, 15-21
.
En el evangelio se insiste en que el amor no puede reducirse a un sentimiento, se verifica en el
cumplimiento de los mandamientos de Jesús.
. Por ello contamos con la ayuda del
Espíritu Santo que ayuda, asiste, protege
defiende, ilumina y anima a los creyentes. Antes había hecho eso mismo
Jesús, ahora es su Espíritu que se comporta como otro Jesús.
. La fragilidad y la soledad producidas por
la enfermedad o por los achaques propios del paso de los años pueden
transformarse en compañía y fuerza por la acción del Espíritu de Jesús.
. Si el evangelio de la semana pasada nos
invitaba a seguir a Jesús, que es el camino, ahora nos invita a amar. Es lo que
hace el diácono Felipe (1ª l.) cuando siguiendo el ejemplo de Jesús predica y
cura a los enfermos llenando a todos de alegría.
. Pedro en la 2ª lectura nos invita a que
demos razón de nuestra esperanza, sin orgullo ni imposiciones, con mansedumbre
y respeto.
En esta situación de
pandemia y en la Pascua
del enfermo ¿qué nos dice la expresión de “que demos razón de nuestra esperanza”?
¿A qué nos llama?
.
La fe nos ayuda a enfrentarnos con la enfermedad y ancianidad de manera
determinada.
. En el caso de nuestra propia enfermedad o
ancianidad, la debilidad que las acompaña se transforma en fortaleza que nos
hace capaces de soportar y superar las limitaciones que llevan consigo.
. Frente a la enfermedad o ancianidad de
otros, la Palabra
nos llama a ayudar a que descubran la presencia de Jesús en ellos.
. Convencidos de esa presencia seremos
capaces de acercarnos a los enfermos y mayores, como hizo Jesús, con respeto y
cariño, con esperanza y espíritu de servicio.
. Debemos pedir hoy al Señor que nuestros
oídos oigan las voces que piden ayuda y sepamos responder a los mensajes de
quienes no saben expresar con palabras lo que necesitan.
. Que nuestras bocas no pronuncien palabras
vacías, de falso consuelo, sino que expresen comprensión ante el dolor y
sufrimiento de los enfermos y encendamos en ellos la esperanza que viene de
Jesús.
. Que nuestras manos transmitan calor y
cercanía ante quien necesita una presencia amiga que haga visible la presencia
de Jesús.
.
El pan compartido en la
Eucaristía es la vida de Jesús hecha cercanía.
. Seamos luego, en toda circunstancia, pero
especialmente junto a los enfermos y mayores, testigos de esperanza y
sembradores de alegría, la que hace brotar en nosotros la cercanía de Jesús.
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